La acción sociocomunitaria y el trabajo social son dos disciplinas fundamentales para promover el bienestar y la calidad de vida de las personas y las comunidades. Ambas se enfocan en la intervención social, buscando fomentar la participación activa y el empoderamiento de las personas y las comunidades, para que sean ellas mismas quienes definan sus necesidades y busquen soluciones a sus problemas. Ambas, son de gran importancia para el bienestar de la sociedad, ya que permiten abordar problemas sociales complejos y promover el desarrollo de comunidades más justas, equitativas y participativas. A través de estas disciplinas, se busca fomentar la solidaridad, la inclusión social y el respeto por los derechos humanos, valores fundamentales para una sociedad más humana y justa.
En este sentido, tanto la acción sociocomunitaria como el trabajo social siguen una serie de etapas y procesos que permiten planificar y ejecutar intervenciones efectivas y sostenibles. Estas etapas y procesos incluyen la identificación de necesidades, la formulación de objetivos, la definición de estrategias, la selección de actividades, la identificación de recursos, el diseño de un plan de acción y la evaluación del proyecto. Para poder comprenderlo, a continuación se encuentra detallada cada una de las etapas y procesos necesarios para la planificación de un proyecto de animación sociocultural, como se describe en el documento "Guía para la planificación y evaluación de proyectos de animación sociocultural" de Fernando Soliz (2012):
1. Identificación de necesidades: La primera etapa es la identificación de las necesidades de la comunidad. Esto se logra a través de la realización de un diagnóstico participativo que involucre a la misma. En esta etapa se busca identificar los problemas y las necesidades de esta, así como sus recursos y potencialidades.
2. Formulación de objetivos: Una vez identificadas las necesidades, se procede a la formulación de objetivos. Es importante que los objetivos sean claros, específicos, medibles, alcanzables y relevantes para la comunidad.
3. Definición de estrategias: En esta etapa se define cómo se van a lograr los objetivos. Se trata de definir las acciones concretas que se van a llevar a cabo para alcanzar los objetivos. Se sugiere el uso de metodologías participativas que involucren a la comunidad en la definición de las estrategias.
4. Selección de actividades: Una vez definidas las estrategias, se procede a la selección de las actividades específicas que se van a llevar a cabo para implementar las estrategias. Es importante que las actividades sean coherentes con los objetivos y las estrategias definidas.
5. Identificación de recursos: En esta etapa se identifican los recursos necesarios para la implementación de las actividades. Se trata de identificar los recursos humanos, materiales y financieros necesarios para llevar a cabo las actividades.
6. Diseño de un plan de acción: Una vez definidas las actividades y los recursos necesarios, se procede a la elaboración de un plan de acción que detalle los pasos concretos que se van a seguir para la implementación del proyecto.
7. Implementación del proyecto: En esta etapa se llevan a cabo las actividades definidas en el plan de acción. Es importante que se sigan los pasos y los tiempos definidos en el plan de acción.
8. Evaluación del proyecto: Finalmente, se procede a la evaluación del proyecto. Es importante evaluar el impacto y la efectividad del proyecto en la comunidad. Se sugiere la utilización de herramientas y metodologías participativas para la evaluación, como encuestas, entrevistas, grupos focales y observación participante. Es importante que la evaluación sea un proceso continuo que permita corregir y mejorar el proyecto durante su desarrollo.
Los elementos que se mencionan anteriormente no se encuentran solamente en el trabajo social, sino que también son fundamentales en la animación sociocultural. De hecho, ambas disciplinas comparten el objetivo de mejorar la calidad de vida de las personas y las comunidades, y utilizan herramientas y metodologías participativas para lograr ese objetivo.
En la animación sociocultural, al igual que en el trabajo social, se identifican las necesidades de las personas y las comunidades, se definen objetivos y estrategias, se seleccionan actividades y se identifican los recursos necesarios para llevarlas a cabo. Además, ambas disciplinas comparten la perspectiva de promover la participación activa y el empoderamiento de las personas y las comunidades, para que sean ellas mismas quienes definan sus necesidades y busquen soluciones a sus problemas. La animación sociocultural, por su parte, tiene como objetivo fomentar la cultura, el arte y el ocio como herramientas para el desarrollo personal y colectivo, y para la creación de vínculos sociales. De esta manera, la animación sociocultural complementa la intervención social del trabajo social, al promover el desarrollo de habilidades y capacidades que pueden mejorar la calidad de vida de las personas y las comunidades, y al favorecer la creación de redes sociales y la inclusión social.
Cabe destacar que el trabajo social, utiliza un enfoque de intervención basado en la planificación y ejecución de proyectos, que se lleva a cabo en estrecha colaboración con las comunidades y los grupos vulnerables. En este sentido, el trabajo social promueve la participación activa de las personas en la definición de sus necesidades y en la búsqueda de soluciones a sus problemas. Por su parte, la animación sociocultural es una herramienta valiosa para el trabajo social, ya que promueve la participación activa y el empoderamiento de las personas y las comunidades, mediante la realización de actividades culturales, deportivas, artísticas y de ocio, que permiten la construcción de relaciones sociales, la creación de redes de apoyo y el fortalecimiento del tejido social.
Es por ello que tanto para el trabajo social como para la animación sociocultural, la planificación de proyectos de animación sociocultural es una herramienta importante para el trabajo social, ya que permite diseñar estrategias de intervención efectivas y sostenibles, que promuevan la participación y el empoderamiento de las personas y las comunidades. Un ejemplo de este, es el conocido como urbanismo táctico, urbanismo emergente, urbanismo de guerrilla, urbanismo punk, urbanismo participativo, urbanismo precario, urbanismo de abajo arriba, prototipado urbano o planificar haciendo.
Tony Webster (2016) |
Otro ejemplo del urbanismo táctico es la creación de carriles exclusivos para bicicletas en calles que originalmente estaban destinadas a vehículos motorizados. Esto no solo promueve un transporte más sostenible y saludable, sino que también puede reducir la congestión del tráfico y hacer que las calles sean más seguras para las personas ciclistas y peatones.
Para concluir, es relevante destacar y reconocer que la acción sociocomunitaria y el trabajo social tienen como objetivo mejorar la calidad de vida de las personas y las comunidades, promoviendo la participación activa y el empoderamiento de la comunidad. Sin embargo, es importante también tener en cuenta que a menudo se ven limitados por la falta de recursos y por el enfoque individualista que prevalece en muchas sociedades, y por eso se crean grupos como el urbanismo táctico. Es necesario fomentar políticas y estrategias que permitan una intervención social más efectiva y sostenible, y que promuevan una sociedad más justa, equitativa y participativa. Además, es fundamental seguir reflexionando y actualizando las prácticas y los enfoques de ambas disciplinas para poder adaptarnos a las cambiantes realidades sociales y culturales de nuestras comunidades.
Bibliografía utilizada
Soliz, F. (2017). Guía 5: Análisis de datos cuantitativos con SPSS. Quito: Universidad Andina Simón Bolívar. Recuperado de https://repositorio.uasb.edu.ec/bitstream/10644/3997/1/Soliz%2c%20F-CON008-Guia5.pdf
Webster, T. (2016). Lyndale avenue speed limit sign - 20 MPH [Imagen]. Flickr. https://www.flickr.com/photos/diversey/24506730009/
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